Jaque Mate al Calendario Gregoriano
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Estamos a una semana de que se acabe todo esto que llamamos mundo, de que este continente maltratado que es nuestro planeta, nuestra pequeña estrella vagabunda en la danza del universo, se borre para siempre:
¿Qué harías en esta última semana?
¿qué harían todos aquellos que miramos día a día?
¿Las mujeres por fin seríamos libres de todos nuestros miedos y haríamos el amor en las plazas sin temor a ser tratadas de ligeras? ¿Seríamos diosas voluptuosas, dueñas de nuestro cuerpo al natural, sin barnices, sin ajustes, más bellas que nunca por ser, al fin, felices de cómo somos? ¿Desearíamos más? ¿exigiríamos más?
¿Los hombres harían una gran hoguera de botones, cinturones, zapatos, chequeras, corbatas, rasuradoras y after shave y volverían a ser niños para llorar, temer, equivocarse, pedir perdón y besar sin pudor a su padre, a su amigo, a la mujer que ama? ¿Podrían llegar a ser tan silvestres, estrellitas de rock, filósofos de bar, machos deseables, exploradores del océano, reyes de su propio jardín perfumado?
¿Comería el alto chef comida chatarra?
¿El señor cura bailaría Reggeatón?
¿Señorita Miss Chile se sacaría los tacos para estrujar las uvas de la vendimia?
¿El anciano ya no le temería ni a la muerte ni a la pensión mísera y se hiría de crucero al Caribe con sus ahorros?
¿El militar regalaría marihuana en la Plaza de Armas mientras desde su hamaca se tiraría pedos de tanta risa y tanta Piña Colada?
¿El carpintero saldría de su clóset?
¿El acólito besaría en plena feria a la chica que vende manzanas a $350 el kilo?
¿Confesarías tú todos tus temores, todos tus odios, todas tus malditas ataduras en la esquina más iluminada de tu barrio y te hirías después a la gran fiesta que tienes en tu casa con tus amigos y tu familia para bailar y cantar hasta caer?
¿Descubriría el oficinista que si, que esto es, que esto era lo que más le gustaba hacer en realidad y se levantaría, igual que siempre en la mañana, para ir a su oficina y trabajar por estos 6 días porque eso era lo que lo hacía realmente pleno?
¿Se quedarían los amantes una semana encerrados entre esas mismas sábanas que tanto extrañaban de compartir y harían maratón de películas con chocolate caliente, antes de hacer el amor a las dos de la tarde, después de leer el diario y antes de la cena con sopa de mariscos, vino dulce y todas las frutillas que encontraron juntos en el mercado?
¿Las mujeres por fin seríamos libres de todos nuestros miedos y haríamos el amor en las plazas sin temor a ser tratadas de ligeras? ¿Seríamos diosas voluptuosas, dueñas de nuestro cuerpo al natural, sin barnices, sin ajustes, más bellas que nunca por ser, al fin, felices de cómo somos? ¿Desearíamos más? ¿exigiríamos más?
¿Los hombres harían una gran hoguera de botones, cinturones, zapatos, chequeras, corbatas, rasuradoras y after shave y volverían a ser niños para llorar, temer, equivocarse, pedir perdón y besar sin pudor a su padre, a su amigo, a la mujer que ama? ¿Podrían llegar a ser tan silvestres, estrellitas de rock, filósofos de bar, machos deseables, exploradores del océano, reyes de su propio jardín perfumado?
¿Comería el alto chef comida chatarra?
¿El señor cura bailaría Reggeatón?
¿Señorita Miss Chile se sacaría los tacos para estrujar las uvas de la vendimia?
¿El anciano ya no le temería ni a la muerte ni a la pensión mísera y se hiría de crucero al Caribe con sus ahorros?
¿El militar regalaría marihuana en la Plaza de Armas mientras desde su hamaca se tiraría pedos de tanta risa y tanta Piña Colada?
¿El carpintero saldría de su clóset?
¿El acólito besaría en plena feria a la chica que vende manzanas a $350 el kilo?
¿Confesarías tú todos tus temores, todos tus odios, todas tus malditas ataduras en la esquina más iluminada de tu barrio y te hirías después a la gran fiesta que tienes en tu casa con tus amigos y tu familia para bailar y cantar hasta caer?
¿Descubriría el oficinista que si, que esto es, que esto era lo que más le gustaba hacer en realidad y se levantaría, igual que siempre en la mañana, para ir a su oficina y trabajar por estos 6 días porque eso era lo que lo hacía realmente pleno?
¿Se quedarían los amantes una semana encerrados entre esas mismas sábanas que tanto extrañaban de compartir y harían maratón de películas con chocolate caliente, antes de hacer el amor a las dos de la tarde, después de leer el diario y antes de la cena con sopa de mariscos, vino dulce y todas las frutillas que encontraron juntos en el mercado?
¿Qué harías tú, querido argonauta en este pozo de milagros, con tu astrolabio y tu catalejo, si te quedara esta valiosa semana para hacer de tí y de estos días, los más intensos y liberadores días del resto de tu existencia?
El tiempo corre camaradas, las horas vuelan. Tienen una semana para responder y, entre ensoñación y respuestas, disfruten, atrévanse y hagan sus revisiones por si, por esta vez, de verdad se corta la energía y nos quedamos, definitivamente, sin luz.
Esta Chirimoya como es parsimoniosa, pirotécnica y curiosa, resolverá que hacer con su pulpa suave el mismísimo día del juicio final.
Tiempo de soñar
Tiempo de divertirse
Tiempo de explotar de ganas por dentro y por fuera!